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Se cerró otro verano divertido en el Campus Textil Escudo

29 de Julio de 2018

Durante cuatro semanas del mes de julio, el Campus de fútbol de la SD Textil Escudo ha vivido su cuarta edición dentro de un clima de amistad y diversión entre los más de sesenta inscritos.

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El Juan María Parés Serra de Cabezón de la Sal respirará tranquilo en las próximas mañanas, tras unas jornadas del mes de julio en las que desde las 9 hasta las 14 horas la actividad ha sido plena, con carreras, goles y sobre todo, la inocencia de niños entre cuatro y catorce años que han demostrado una vez más que la riqueza del fútbol va mucho más allá de la competición.


El deporte es amistad, es colaboración, es unión, es hacer amigos y en nuestro Campus nos sentimos orgullosos al ver cómo ha surgido la amistad entre jugadores del club que apenas se habían tratado o que no se conocían por jugar en distintas categorías, además de acoger a otros venidos de otras ciudades que, aprovechando el veraneo en Cabezón de la Sal o la comarca, han decidido ampliar su nómina de compañeros y amigos compartiendo un mes de fútbol luciendo en su camiseta nuestro Escudo por primera vez.


Alrededor de un balón durante un mes surgen tantos momentos que resulta imposible hacer mención a todos, pero el grupo de monitores, con Dani Perujo incombustible un año más, Marcos Díaz, Diego Menocal, Pablo Caso, el más reciente fichaje, Marcos Martínez, junto a quien esto escribe, Óscar Arcones y que se ha sumado en la recta final, se siente orgulloso de haber sido testigos y cómplices de esos recuerdos que permanecerán imborrables en su memoria y que también a nosotros nos han dejado huella.

Gracias a ADEYMI por fomentar ese desayuno saludable con fruta de calidad para que cada almuerzo a media mañana fuera sano a la vez que divertido y gracias a todos los padres por la confianza para permitirnos aprender junto a sus pequeños, porque cada día en el Campus ha sido para todos, mayores y pequeños, una lección de lo bonito que hay alrededor del fútbol.


El viernes hubo fiesta del agua para desatar la locura y entrega de diplomas, un pequeño recuerdo para que se lleven a casa nuestros protagonistas, pero el más grande, a buen seguro, permanecerá en su memoria y en la nuestra.

Gracias por 30 días de risas, gritos e ilusiones (y algún llanto y enfado tan efímero que se olvidó a la misma velocidad que rodó de nuevo el balón), la paz regresa al Juan María Parés Serra, así que Román, al que también agradecemos enormemente su colaboración, podrá estar más tranquilo, aunque quizá nos echa un poco de menos.

¡Aúpa Escudo! ¡Hasta el año que viene!




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